Siguemee

martes, 31 de enero de 2012

Leer, Capítulo 36; La información

Un escalofrío recorrió mi piel. -“¿Por qué? ¿Qué pasa?”- -“No puedo discutirlo.”- La única razón que se me ocurría para explicar el por qué ella no me quería sola con Patch era que él era peligroso. Mi pasado podría asustarte, él me había dicho en la plataforma de desembarque del Arcángel. -“Gracias por su tiempo. No te retrasaré más”- Dijo la Srta. Greene. Ella caminó a grandes pasos hasta la puerta, la mantuvo abierta con su delgada cadera y se despidió con una sonrisa que pareció mecánica. Llamé al hospital después de dejar la oficina de la Srta. Greene. La cirugía de Vee había terminado, pero ella seguía en la habitación de recuperación y no podía tener visitas hasta las siete de la noche. Consulté el reloj de mi teléfono. Tres horas. Encontré el Fiat en el estacionamiento de estudiantes y me metí en él esperando que pasar una tarde haciendo mis tareas en la biblioteca haría que la espera fuera más corta. Me quedé en la biblioteca toda la tarde y antes de que me diera cuenta, el reloj en la pared había pasado calladamente al anochecer. Mi estómago rugió contra el silencio de la biblioteca y mis pensamientos fueron hacia la máquina expendedora que estaba en la entrada. Lo último de mi tarea podía esperar hasta más tarde, pero aún quedaba un proyecto que requería la ayuda de los recursos de la biblioteca. En casa tenía una anticuada computadora IBM con conexión de Internet dial-up y normalmente evitaba bastantes gritos y tirones de cabello innecesarios utilizando el laboratorio de computadoras de la librería. A las nueve de la noche tenía que entregar una reseña de Othello al editor del eZin y me había propuesto ir a comer tan pronto lo terminara. Guardando todas mis pertenencias, caminé hasta los elevadores. Ya adentro, presioné el botón para cerrar las puertas, pero no presioné el número del piso de inmediato. Saqué mi celular y llamé otra vez al hospital. -“Hola”- Le dije a la enfermera que contestó. -“Mi amiga esta en recuperación por una cirugía y cuando verifiqué temprano en la tarde, me dijeron que saldría de recuperación esta noche. Su nombre es Vee Sky.”- Hubo una pausa en donde solo se escuchaba el clic del teclado de la computadora. -“Parece que dentro de una hora la van a llevar a un cuarto privado.”- -“¿Cuándo termina las horas de visita?”- -“A las ocho.”- -“Gracias.”- Me desconecté, presioné el botón del tercer piso y comencé a ascender. En el tercer piso, seguí los letreros hacia la sección de colecciones esperando que si leía varias reseñas de teatro en el periódico local, iluminaría mi musa. -“Disculpe”- Le dije a la bibliotecaria detrás del escritorio de colecciones. -“Intento encontrar copias de crónicas o el Portland Press Herald del año pasado. Particularmente la sección de teatro.”- -“No tenemos cosas tan recientes en la sección de colecciones”- Dijo ella -“Pero si buscas online, creo que el Portland Press Herald tiene archivos en su página. Sigue directo por el pasillo que esta tras de ti y verás a tu izquierda el laboratorio de computadoras.”- Dentro del laboratorio firmé para usar una computadora. Estaba apunto de sumergirme en mi tarea cuando una idea se me cruzó. No podía creer que no se me hubiera ocurrido antes. Luego de confirmar que nadie estaba mirando sobre mi hombro, busqué “Patch Cipriano” en Google. Tal vez encontraría algún artículo que arrojara luz sobre su pasado. Tal vez tenía un blog. Fruncí el ceño al ver los resultados de mi búsqueda. Nada. Ningún Facebook, ningún MySpace, ningún blog. Era como si él no existiera. -“¿Cuál es tu historia, Patch?”- Murmuré. -“¿Quién eres realmente?”- Media hora después había leído varias reseñas y mis ojos estaban vidriosos. Extendí mi búsqueda online a todos los periódicos en Maine. Un enlace al periódico de la Preparatoria Kinghorn llamó mi atención y pasaron unos segundos antes de que reconociera el nombre. Elliot se había transferido de la Preparatoria Kinghorn. Por puro capricho, decidí leerlo. Si la escuela era tan elite como Elliot decía, probablemente tendría un periódico respetable. Pinché el enlace, busqué en la página de archivo y al azar escogí febrero 10 de este año. Luego de un momento tuve un encabezado. ESTUDIANTE INTERROGADO POR ASESINATO EN LA PREPARATORIA KINGHORN Moví mi silla para acercarme más, atraída por la idea de leer algo más emocionante que las reseñas de teatro. El estudiante de dieciséis años de edad que asiste a la Preparatoria Kinghorn y fue interrogado por la policía en relación a lo que ha sido bautizado como “El Colgado de Kinghorn”, ha sido liberado sin ningún cargo. Después de que el cuerpo de Kjirsten Halverson, de dieciocho años de edad, fuera encontrado colgado de un árbol del campus de la Preparatoria Kinghorn, la policía interrogó al estudiante de segundo curso Elliot Saunders, quién fue visto con la víctima en la noche de su muerte. Mi mente procesaba la información lentamente. ¿Elliot fue interrogado como parte de una investigación de asesinato? Halverson trabajaba como mesera en Blind Joe’s. La policía confirmó que Halverson y Saunders fueron vistos caminando juntos en el campus, tarde en la noche del sábado. El cuerpo de Halverson fue descubierto en la mañana del domingo y Saunders fue liberado en la tarde del lunes luego de que una nota suicida fuera encontrada en el apartamento de Halverson. -“¿Encontraste algo interesante?”- Salté al escuchar la voz de Elliot detrás de mí. Me giré y lo encontré recostado del marco de la puerta. Sus ojos estaban estrechos y su boca parecía una línea recta. Algo frío me recorrió, como un sonrojo, pero al revés. Moví mi silla un poco a la derecha, intentando ponerme frente al monitor de la computadora. -“Estoy… Estoy terminando mi tarea. ¿Y tú? ¿Qué estas haciendo? No te escuché venir. ¿Desde cuándo estas ahí parado?”- Mi voz se escuchaba por todo el lugar. Elliot se alejó del marco y entró al laboratorio. Sin mirar, busqué a tientas el botón de apagar. Dije -“Estoy intentando inspirarme para una reseña de teatro que se supone debo entregar a mi editor más tarde en la noche.”- Todavía seguía hablando demasiado rápido. ¿Dónde estaba el botón? Elliot observó alrededor mío. -“¿Reseñas de teatro?”- Mis dedos rozaron un botón y escuché el monitor ponerse negro. -“Lo siento, ¿qué dijiste que estabas haciendo?”- -“Estaba pasando por aquí cuando te vi. ¿Pasa algo? Pareces… nerviosa.”- -“Ah, es un bajón de azúcar.”- Puse mis papeles y mis libros en una pila y los metí dentro de mi mochila. -“No he comido desde el almuerzo.”- Elliot agarró una silla y la rodó hasta estar junto a mí. El se sentó con el espaldar de la silla frente a él y se acercó más, invadiendo mi espacio personal. -“Tal ves te pueda ayudar con la reseña.”- Yo me alejé. -“Vaya. Eso es de verdad muy amable de tu parte, pero lo voy a dejar por ahora. Necesito comer algo. Es buen momento para un descanso.”- -“Déjame comprarte comida”- Dijo él. -“¿No hay un restaurante a la vuelta de la esquina?”- -“Gracias, pero mi mamá me estará esperando. Estuvo fuera del pueblo toda la semana y regresa hoy.”- Me paré y traté de pasarle, pero él sacó su celular y me detuvo con él en el ombligo. -“Llámala.”- Yo miré el teléfono y pensé en una excusa. -“No me permiten salir en noches de escuela.”- -“Se le llama mentir, Nora. Dile que tu tarea te tomó más tiempo del que pensabas. Dile que necesitas otra hora en la biblioteca. Ella no sabrá la diferencia.”- La voz de Elliot había cobrado un tono que nunca antes había escuchado. Sus ojos verdes me abofetearon con una frialdad recién descubierta y su boca se veía más delgada. -“A mi mamá no le gusta que ande con chicos que no conoce”- Dije. Elliot sonrió, pero no era una sonrisa cálida. -“Ambos sabemos que no te preocupan mucho las reglas de tu mamá porque la noche del sábado estuviste conmigo en Delphic.”- Tenía mi mochila colgada de un hombro y estaba agarrando el mango. Ni dije nada. Pasé a Elliot y salí rápidamente del laboratorio, dándome cuenta de que si él encendía el monitor, vería el artículo. Pero no había nada que pudiera hacer ahora. A mitad de camino hacia el escritorio de colecciones, me atreví a mirar sobre mi hombro. La pared de cristal del laboratorio mostraba que estaba vacío. Elliot no se veía por ninguna parte. Regresé a la computadora, manteniéndome en guardia en caso de que él apareciera. Encendí el monitor; el artículo de la investigación del asesinato aún seguía allí. Envié una copia a la impresora más cercana, la guardé dentro de mi carpeta, cerré la ventana de internet y me apresuré a salir.


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