Siguemee

sábado, 19 de abril de 2014

Cuando el tiempo lo cambia todo.


Ese momento de tu vida, en el que piensas que puedes con todo. En el que das por hecho que todo va a salir bien. Que nada, absolutamente nada, va a salir mal.
Una mañana te levantas y no sabes como ocurrió, ni desde cuando. Sólo sabes que algo no salió como lo planeaste en un tiempo atrás. Algo salió mal, y pueden pasar las horas, tachar los días en el calendario, y arrancar las hojas de éste. Guardas la ropa de verano, sacas los chalecos. Los vuelves a guardar. Comienza la primavera a florecer, sigues tachando días y pasando las hojas del calendario y así, sucesivamente, sin saber aún, qué fue aquello que salió mal.
Ya no es todo perfecto, todo comienza a fallar, intentas salir pero nunca llegas a saber cómo olvidar.
Sigues tachando los días, hasta que entre tantas cruces sucesivas, conoces a alguien, alguien que te frena, alguien que aún no hablando con el, sabes, que ha cambiado todo, o al menos comienza a cambiártelo todo. Y no solo te paras tú... sino el bolígrafo, los días, se paran los relojes... se para el tiempo, y dejas de tachar, no te permites seguir  arrancando hojas. Ya sólo te paras a contar los días o los meses que faltan para volver a ver a ese alguien.
Y te da igual lo que pase con los otros, ya sólo piensas en ti.
Y en cómo quieres que tu vida cambie, o te cambie.