Siguemee

domingo, 22 de enero de 2012

Leer, Capítulo 29; El Arcángel. Parte 2

Él se acercó y nuestros brazos se encontraron. Una leve conexión que causó que se me erizara el bello de mi brazo. - “Las cosas que tengo que confesar no son el tipo de cosas que le cuentas a tu irrespetuosa compañera de biología,” él dijo.
El frío viento me envolvió y cuando respiré, me llenó de hielo. Pero no se comparó con el escalofrío que las palabras de Patch me causaron. Pacht movió bruscamente su barbilla hacia la rampa. -“Parece que es nuestro turno.”- Yo empujé la salida giratoria. Cuando llegamos a la plataforma de abordar, los únicos carros vacíos eran el que estaba al frente y el que estaba en lo último. Patch se dirigió al primero. La construcción de la montaña rusa no me inspiraba confianza. Estuviera o no remodelada, parecía que tenía un siglo de antiguo y estaba hecho de una madera que había pasado demasiado tiempo expuesta al severo clima de Maine. El arte que tenía pintado a los lados era menos inspirador. El carro que Pacht escogió tenía un grupo de cuatro pinturas. La primera representaba una turba de demonios con cuernos arrancándole las alas a un ángel masculino que gritaba. La siguiente pintura mostraba al ángel sin alas posado sobre una lápida, observando de lejos a unos niños jugando. En la tercera pintura, el ángel sin alas estaba parado cerca de los niños, haciendo señas con el dedo a una niña de ojos verdes, para que esta fuera a donde él. En la última pintura, el ángel se balanceó como un fantasma sobre el cuerpo de la niña. Los ojos de la niña estaban negros, su sonrisa se había ido y le salieron cuernos como a los demonios de la primera pintura. Una media luna colgaba sobre las pinturas. Aparté la vista y me dije que era el frío del aire lo que estaba haciendo que mis piernas temblaran. Me deslicé en el carro junto a Patch. -“Tu pasado no me asustará”- Dije, abrochando el cinturón sobre mi regazo. -“Creo que más que nada, estaré consternada.”- -“Consternada”- Repitió él. El tono de su voz me hizo creer que aceptaba la acusación. Extraño, puesto que Patch nunca se degrada. Los carros comenzaron a moverse en reversa y luego dieron bandazos hacia delante. De una manera no muy tranquila, nos alejamos de la plataforma, escalando la montaña sin cesar. El aire estaba lleno de olor a sudor, moho y del agua salada que soplaba del mar. Patch estaba lo suficientemente cerca de mi como para poder olerlo. Capté un leve rastro de un costoso jabón de menta. -“Te ves pálida”- Dijo, inclinándose para poder ser escuchado a través del ruido de las vías. Me sentía pálida, pero no lo admití.

En la punta de la montaña, hubo un momento de vacilación. Podía ver millas a la distancia, notando donde la oscuridad del bosque se mezclaba con la luz de los suburbios y gradualmente se convertía en el cuadriculado de las luces de Portland. El viento se detuvo, permitiendo que el húmedo aire se posara en mi piel. Sin proponérmelo, miré a Patch. Encontré consolación en tenerlo a mi lado. Luego el sonrió de oreja a oreja. -“¿Asustada, ángel?”- Agarré la barra de metal perforada en la parte frontal de los carros mientras sentía mi peso inclinarse hacia el frente. Una temblorosa risa se me escapó. Nuestro carro voló endemoniadamente rápido, mi cabello revoloteaba tras de mi. Virando bruscamente a la izquierda y luego a la derecha, repiqueteábamos sobre las vías. Adentro, sentía mis órganos flotar y caer en respuesta a la ronda. Miré hacia abajo, intentando concentrarme en algo que no se moviera. Fue entonces cuando noté que mi cinturón se había soltado. Intenté gritarle a Patch, pero mi voz fue tragada por el aire. Sentí que se hizo un hueco en mi estómago y solté una mano de la barra de metal para intentar asegurar el cinturón alrededor de mi cintura. El carro circuló hacia la izquierda. Mis hombros chocaron con los de Patch, presionándome contra él tan fuerte que dolía. El carro comenzó a elevarse y sentí que se despegó de las vías, que no remachó completamente con ellas. Estábamos descendiendo vertiginosamente. Las luces centelleantes de los lados de las vías me cegaron, no podía ver hacia dónde iba la vía al final del descenso. Era demasiado tarde. El carro viró bruscamente hacia la derecha. Sentí una sacudida de pánico y luego sucedió. Mi hombro izquierdo chocó contra la puerta del carro. Esta se abrió y yo fui expulsada del carro mientras la montaña rusa se alejaba sin mí. Rodé en las vías e intenté encontrar algo a qué agarrarme. Mis manos no encontraron nada y seguí rodando hacia el borde, precipitándome al vacío. El suelo se abalanzaba contra mí y abrí la boca para gritar. Lo próximo que supe fue que la ronda terminó en la plataforma de desembarque. Mi brazo dolía por lo fuerte que Patch me estaba agarrando. -“Vaya, eso sí que fue un grito”- Dijo él sonriéndome de oreja a oreja. Aturdida, lo observé llevar una mano a su oído, como si mi grito todavía hiciera eco allí. Sin estar segura de qué había pasado, observé al lugar en su mano en donde mis uñas habían dejado semicírculos tatuados en su piel. Luego mis ojos se movieron hacia mi cinturón de seguridad. Estaba abrochado alrededor de mi cintura. -“Mi cinturón…”- Comencé. -“Creí…”- -“¿Qué creíste?”- Preguntó Patch, sonando genuinamente interesado. -“Creí… que me había caído del carro. Literalmente creí… que iba a morir.”- -“Creo que ese es el punto.”- A mi lado, mis manos temblaron. Mis rodillas tambalearon bajo el peso de mi cuerpo. -“Supongo que nos quedamos como compañeros”- Dijo Patch. Sospeché un pequeño grado de victoria en su voz, pero estaba demasiado atónita para argumentar.
-“El Arcángel”- Murmuré, mirando sobre mi hombro a la montaña rusa, la cual estaba comenzando su siguiente ascenso. -“Significa un ángel de alto rango.”- Definitivamente había petulancia en su voz. -“Mientras más alto estas, peor es la caída.”- Comencé a abrir la boca para decir otra vez cómo estaba segura de que por un momento había dejado el carro y fuerzas más allá de mi habilidad para explicar me habían puesto a salvo tras mi cinturón. En lugar de eso dije -“Creo que mejor soy un ángel guardián.”- Patch sonrió otra vez. Guiándome por el camino, dijo “Te llevaré de regreso a los videojuegos.”

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