Siguemee

sábado, 28 de enero de 2012

Leer, Capitulo 32; Su cínica sonrisa

Fui despertada por el sonido del timbre de mi teléfono. Atrapada en mitad del sueño, puse mi almohada sobre mi cabeza e intenté amortiguar el ruido. Pero el teléfono sonó y sonó. La llamada pasó a mensajes de voz. Cinco segundos después, el timbre comenzó a sonar otra vez. Estiré un brazo sobre el lado de la cama, buscando a tientas hasta que encontré mis jeans y saqué el celular del bolsillo. -“¿Sí?”- Dije entre un gran bostezo y con los ojos cerrados. Al otro lado, alguien estaba respirando con coraje. -“¿Qué pasó contigo? ¿Qué pasó con el algodón dulce? ¡Y mientras me dices eso, qué tal si me dices en dónde estas para poder ir a estrangularte con mis manos!”- Golpeé varias veces mi frente con la palma de mi mano. -“¡Pensé que te habían raptado!”- Siguió Vee -“¡Pensé que te habían secuestrado! ¡Pensé que te habían matado!”- Intenté encontrar el reloj en la oscuridad. Golpeé un marco de foto en la mesa de noche y todos los cuadros que estaban tras ese también se cayeron por el efecto dominó. -“Me retrasé un poco”- Dije -“Para cuando regresé a los videojuegos, ya te habías ido.”- -“¿Retrasada? ¿Qué clase de excusa es ‘retrasada’?”- Los números rojos del reloj se enfocaron. Era un poco después de las dos de la mañana. -“Conduje por una hora en el estacionamiento”- Dijo Vee. -“Elliot caminó todo el parque mostrando la única foto tuya que tengo en mi celular. Intenté llamar a tu celular un billón de veces. Espera. ¿Estas en tu casa? ¿Cómo llegaste a tu casa?”- Me estrujé los ojos. -“Patch.”- -“¿Patch el acosador?”- -“Bueno no tenía muchas opciones ¿o sí?”- Dije directo al grano. -“Tú te fuiste sin mi.”- -“Suenas a la defensiva. Bien a la defensiva. No, no es eso. Suenas agitada… nerviosa… excitada.”- Podía sentir sus ojos ponerse como platos. -“Él te besó ¿verdad?”- Ninguna respuesta. -“¡Lo hizo! ¡Lo sabía! He visto la manera en que él te mira. Sabía que esto iba a pasar. Lo vi desde una milla de distancia.”- No quería pensar en eso. -“¿Cómo fue?”- Presionó Vee. -“¿Un beso melocotón? ¿Un beso ciruela? ¿O fue un beso al-fal-fa?”- -“¿Qué?”- -“¿Fue un besito, las bocas se abrieron, o hubo lengua? Olvídalo. No tienes que contestar eso. Patch no es la clase de muchacho que lidia con preliminares. Allí hubo lengua. Garantizado.”-
 ubrí mi cara con mis manos, escondiéndola tras ellas. Patch probablemente pensó que yo no tenía ningún auto control. Yo me derretí en sus brazos como mantequilla. Justo antes que le dijera que se tenía que ir, estaba bien segura que hice un sonido que era un cruce entre un suspiro de alegría y un gemido de éxtasis. Eso explicaría su arrogante sonrisa. -“¿Podemos hablar de esto después?”- Pregunté, presionando el puente de mi nariz. -“De ninguna manera.”- Suspiré. -“Estoy muerta de cansancio.”- -“No puedo creer que estés pensando en dejarme con el suspenso.”- -“Estoy contando con que lo olvides.”- -“Muy poco probable.”- Traté de imaginar los músculos de mi cuello relajarse, anticipándose al dolor de cabeza que sentía avecinarse. -“¿Todavía esta en pie el ir de compras?”- -“Te recogeré a las cuatro.”- -“Pensé que no nos íbamos a reunir hasta las cinco.”- -“Las circunstancias han cambiado. Estaré allí más temprano si es que puedo escaparme de la hora familiar. Mi mamá esta teniendo un ataque de nervios. Ella piensa que mis malas calificaciones se deben a su mal trabajo como madre. Aparentemente pasar tiempo juntas es la solución. Deséame suerte.”- Cerré el celular y me hundí en mi cama. Imaginé la sonrisa cínica de Patch y sus brillantes ojos negros. Después de varios minutos dando vueltas en la cama, me rendí en intentar ponerme cómoda. La verdad es que, mientras Patch estuviera en mi mente, la comodidad estaba fuera del tema. Cuando era pequeña, Lionel (el ahijado de Dorothea) rompió uno de los vasos de cristal en la cocina. Él recogió todos los pedazos de cristal excepto uno y me retó a lamerlo. Imaginé que enamorarme de Patch era un poco como lamer un cristal roto. Sabía que era estúpido. Sabía que me iba a cortar. Después de todos estos años, una cosa no había cambiado: todavía seguía siento atraída por el peligro. De repente me senté derecha en mi cama, alcancé mi celular y encendí la lámpara. La carga de la batería estaba completa. Un inquietante hormigueo recorrió mi espina vertebral. Se supone que mi celular estuviera muerto. ¿Entonces cómo fue que mi mamá y Vee pudieron llamarme? La lluvia caía en grandes cantidades sobre los coloridos toldos de las tiendas junto al muelle y se derramaba en la acera. Las anticuadas lámparas de gas que estaban estancadas en ambos lados de la carretera brillaron con vida. Con nuestros paraguas chocándose, Vee y yo nos apresuramos por la acera hasta estar bajo el toldo de líneas blancas y rosadas de Victoria’s Secret. Cerramos nuestros paraguas al unísono y las colocamos afuera, junto a la entrada. El estruendo de un trueno nos hizo correr hacia la puerta. Sacudí la lluvia de mis zapatos y me estremecí por el frío. Varios difusores de aceite aromático estaban ardiendo sobre un mostrador en el centro de la tienda, rodeándonos de un exótico y potente olor.

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