Siguemee

domingo, 22 de enero de 2012

Leer, Capitulo 30; En mi casa

Me abrí paso entre la gente de los videojuegos, pasando el mostrador de los premios y los baños. Cuando pude ver las mesas de fútbol, Vee no estaba en ninguna de ellas y tampoco Elliot ni Jules. -“Parece que se fueron”- Dijo Patch. Sus ojos debieron sostener un poquito de diversión. Pero tratándose de Patch, podría haber sido algo completamente diferente. -“Parece que necesitas a alguien que te lleve.”- -“Vee no me dejaría”- Dije, parada de puntas para ver sobre el gentío. -“Probablemente estén jugando tenis de mesa.”- Yo recorrí por todos lados mientras Patch me seguía, tomándose una soda que había comprado en el camino. Él se ofreció a comprarme una, pero en mi actual estado, no estaba segura de poder tolerarla. En el tenis de mesa no había ninguna señal de Vee ni Elliot. -“Quizá estén en las maquinas de pinball”- Sugirió Patch. Definitivamente él se estaba burlando de mí. Sentí que mi rostro se ponía un poco rojo. ¿Dónde estaba Vee? Patch sostuvo en alto su soda -“¿Segura que no quieres tomar algo?”- Miré a la soda y luego a Patch. Solo porque mi sangre se calentara de solo pensar en poner mi boca donde estuvo la suya, no significaba que tenía que decirle. Busqué en mi bolso y saqué mi celular. La pantalla de mi teléfono estaba negra y se rehusaba a encender. No entendía como la batería estaba muerta cuando la había cargado justo antes de salir. Presioné una y otra vez el botón de encendido, pero nada pasó. Patch dijo -“Mi oferta sigue en pie.”- Pensé que estaría más segura si algún extraño me llevara. Todavía estaba agitada con lo que había pasado en el Arcángel y no importaba cuantas veces intentara olvidarlo, la imagen de caer se repetía en mi cabeza. Me estaba… cayendo y luego la ronda había terminado. Así de simple. Era la cosa más aterradora por la cual había pasado. Casi tan aterradora como el hecho de que yo fui la única que lo notó. Ni siquiera Patch, que estaba justo al lado mío. Me di en la frente con la palma de mi mano. -“Su auto. Probablemente ella me esta esperando en el estacionamiento.”- Treinta minutos después había recorrido todo el estacionamiento. El Neon se había ido. No podía creer que Vee se había ido sin mí. Tal vez había pasado alguna emergencia y no tenía ninguna forma de saberlo porque no podía verificar los mensajes de mi celular. Traté de mantenerme tranquila, pero si ella me había dejado, tenía una amplia cantidad de coraje hirviendo a fuego lento y lista para rebosar.
-“¿Alguna otra opción?”- Preguntó Patch. Mordí mi labio considerando mis otras opciones. No tenía ninguna otra opción. Desafortunadamente, no estaba segura de estar lista para aceptar la oferta de Patch. En un día ordinario, él emanaba peligro. Esta noche había una potente mezcla de peligro, amenaza y misterio. Finalmente resoplé y recé por no estar a punto de cometer un error. -“Me llevarás directo a casa”- Dije. Sonó más como una pregunta que como una orden. -“Si eso es lo que quieres.”- Estuve a punto de preguntarle a Patch si él había notado algo extraño en el Arcángel, pero me detuve. Estaba demasiado asustada para preguntar. ¿Qué pasa si no me había caído? ¿Qué pasa si lo había imaginado todo? ¿Qué pasa si estaba viendo cosas que en realidad no estaban pasando? Primero el chico con la máscara de esquiar. Ahora esto. Estaba bastante segura que el que Patch me estuviera hablando a través de la mente era real, pero no estaba segura de lo demás. Patch siguió pasando unos cuantos espacios del estacionamiento. Una lustrosa motocicleta negra descansaba en su soporte. Él se sentó en ella e inclinó su cabeza hacia el asiento tras él. -“Móntate.”- -“Vaya. Linda moto”- Dije. Lo cual era una mentira. Parecía como una lustrosa trampa mortal. Nunca antes había montado una motocicleta. Nunca. No estaba segura de que en esta noche quisiera cambiar eso. -“Me gusta la sensación el viento en mi cara”- Continué, esperando que mi bravuconería disimulara el terror que me causaba el moverme a una velocidad mayor de sesenta y cinco millas por hora sin nada interponiéndose entre mi y la calle. Solo había un casco, negro con la visera teñida, y él me la ofreció. Tomándola, balanceé mi pierna sobre la moto y me di cuenta de lo insegura que me sentía sin nada más que una estrecha silla debajo de mí. Deslicé el casco sobre mis rizos y lo abroché bajo mi mentón. -“¿Es difícil conducirla?”- Pregunté. Lo que en realidad quería decir era, ¿Es segura? -“No”- Dijo Patch, contestando mis dos preguntas, la que dije y la que no dije. Él rió por lo bajo. -“Estás tensa. Relájate.”- Cuando él salió del estacionamiento, la explosión de movimiento me sobresaltó; había estado aguantándome de su camisa, teniendo entre mis dedos la cantidad de tela necesaria para mantenerme en balance. Ahora envolví mis brazos alrededor de él, en un abrazo de oso al revés. Patch aceleró en la autopista y mis caderas se apretaron contra él. Deseé ser la única en haberlo notado. Cuando llegamos a mi casa, Patch detuvo la motocicleta frente a mi casa, que estaba toda cubierta de neblina, apagó el motor y se bajó de ella. Yo me deshice del casco, balanceándolo cuidadosamente en el asiento frente a mi, y abrí la boca para decir algo como Gracias por llevarme, te veo el lunes. Las palabras se disolvieron cuando Patch cruzó la calle y subió los escalones del balcón.
No pude comenzar a especular que él estaba haciendo. ¿Llevándome hasta la puerta? Algo sumamente improbable. Entonces… ¿Qué? Subí al balcón después de él y lo encontré en la puerta. Observé, dividida entre confusión y creciente preocupación, mientras él sacaba de su bolsillo un juego de llaves bastante familiar e insertaba la llave de mi casa en la cerradura. Yo bajé mi bolso de mi hombro y abrí el compartimiento en donde guardo las llaves. Ellas no estaban allí. -“Devuélveme mis llaves”- Dije, desconcertada por no saber cómo mis llaves habían parado en su posesión. -“Se te cayeron en los videojuegos cuando estabas buscando tu celular”- Dijo él. -“No me interesa en dónde las tiré. Devuélvemelas.”- Patch levantó sus manos, clamando inocencia, y se alejó de la puerta. Recostó un hombro contra los ladrillos y me observó acercarme hasta la cerradura. Intenté girar la llave, pero no se movió. -“La atacaste”- Dije, moviendo la llave. Me alejé un paso. -“Adelante. Inténtalo. Está atorada.”- Con un agudo click, él giró la llave. Con la mano puesta en el picaporte, él arqueó sus cejas como diciendo ¿Puedo? Tragué, enterrando una oleada de mutua fascinación e intranquilidad. -“Vete. No vas a entrar. Estoy sola en casa.”- -“¿Toda la noche?”- Inmediatamente me di cuenta de que eso no había sido la cosa más inteligente para decir. -“Dorothea vendrá pronto.”- Eso era mentira. Hacía tiempo que Dorothea se había ido. Era casi media noche. -“¿Dorothea?”- -“La señora que limpia. Ella es vieja, pero fuerte. Muy fuerte.”- Intenté pasar y dejarlo atrás, pero no pude. -“Suena aterrador”- Dijo, sacando la llave de la cerradura y ofreciéndomela. -“Ella puede limpiar un inodoro por dentro y por fuera en menos de un minuto. Más que aterrador.”d Tomando la llave, pasé por su lado con toda la intención de cerrar la puerta entre nosotros, pero cuando lo iba a hacer, Patch se paró bajo el umbral, con sus brazos puestos en cada lado del marco. -“¿No me vas a invitar a entrar?”- Preguntó sonriendo. Yo pestañeé. ¿Invitarlo a entrar? ¿A mi casa? ¿Estando yo sola? Patch dijo -“Es tarde.”- Sus ojos me siguieron de cerca, reflejando un caprichoso brillo. -“Debes de tener hambre.”- -“No. Sí. Digo, sí, pero…”- De repente, él estaba adentro. Yo retrocedí tres pasos; él cerró la puerta, empujándola con su pié. -“¿Te gusta la comida mexicana?”- Preguntó. -“Yo…”- ¡Me gustaría saber qué estas haciendo dentro de mi casa!


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