Siguemee

lunes, 2 de enero de 2012

Leer, Capítulo 17; La cita del Ángel

Una hora después me senté en uno de los cubículos del restaurante mexicano en la esquina de Drake y Beech. Un cactus de cerámica y un coyote de peluche estaban puestos en la pared frente a mí. Un hombre que llevaba puesto un sombrero más ancho que él estaba paseándose por ahí, rasgueando acordes en su guitarra. El me dio una serenata mientras la chica de alterne ponía menús sobre la mesa. Fruncí el entrecejo cuando vi la insignia en la portada. The Borderline. Nunca antes había comido aquí, y sin embargo algo en el nombre se me hacía vagamente familiar. Vee vino detrás de mí y se sentó en la silla opuesta. Nuestro mesero estaba a sus pies. - “Cuatro chimis, crema agria extra, un plato con nachos y otro con frijoles negros,” le dijo Vee sin consultar el menú. - “Un burrito rojo,” dije. - “¿Cuentas separadas?” Preguntó él. - “Yo no le voy a pagar a ella,” Vee y yo dijimos al mismo tiempo. Después de que nuestro mesero se fue, dije, - “Cuatro chimis. Estoy ansiosa por saber su conexión con las frutas.” - “No empieces. Me muero de hambre. No he comido nada desde el almuerzo.” Ella hizo una pausa. “Si no cuentas el Hot Tamales, porque yo no lo estoy contando.” Vee es voluptuosa, una escandinava, y era increíblemente sexy de una manera no ortodoxa. Ha habido días en los que nuestra amistad era la única cosa que evitaba mi envidia. Junto a Vee, la única cosa que tenía a mi favor eran mis piernas y tal vez mi metabolismo, pero definitivamente no mi cabello. - “Más vale que traiga los nachos rápido,” dijo Vee. “Me va a dar urticaria si no como algo salado en los próximos cuarenta y cinco segundos y de todas maneras las primeras tres letras de la palabra ‘dieta’ debería decirte que es lo que quiero hacer.” - “Ellos hacen la salsa con tomates,” mencioné. “Eso es rojo y los aguacates son una fruta, creo.”
Su rostro resplandeció. - “Y ordenaremos daiquiris de fresa.” Vee tenía razón. Esta dieta era fácil. - “Vuelvo enseguida,” dijo ella, saliendo del cubículo. “Ese tiempo del mes. Después de eso, voy hacer primera.” Mientras esperaba por ella, me encontré concentrada en el chico que estaba unas mesas más al frente. Él estaba trabajando duramente, estregando un trapo sobre la mesa. Había algo extrañamente familiar en la manera en que se movía, en la manera en que su camisa caía sobre el arco de su bien definida espalda. Casi como si él sospechara que estaba siendo observado, él se enderezó, se dio la vuelta y sus ojos se fijaron en los míos al mismo tiempo que yo comprendí por qué me era tan familiar. Patch. No podía creerlo. Pensé en golpearme la frente cuando recordé que él me había dicho que trabajaba en el Borderline. Limpiándose las manos en su delantal, él caminó hacia mí, aparentemente disfrutando de mi incomodidad mientras yo miraba alrededor buscando alguna manera de escapar y descubriendo que no podía ir a ninguna parte, que solo podía hundirme más en el cubículo. - “Vaya, vaya,” él dijo. “¿Cinco días a la semana no son suficiente para mí? ¿También me tienes que dar una tarde?” - “Me disculpo por la desafortunada coincidencia.” Él se sentó en la silla de Vee. Cuando él puso los brazos sobre la mesa, estos eran tan largos que cruzaron mi lado de la mesa. Él tomó mi vaso, haciéndolo girar entre sus manos. - “Todas las sillas aquí están ocupadas,” dije. Cuando él no respondió, agarré mi vaso de vuelta y tomé un sorbo de agua, tragando accidentalmente un cubo de hielo que me lastimó la garganta. - “¿No deberías estar trabajando en lugar de estar fraternizando con clientes?” Dije ahogada. Él sonrió. - “¿Qué vas a hacer el domingo en la noche?”
Yo bufé. Accidentalmente. - “¿Me estas invitando a salir?” - “Te estás volviendo presumida. Me gusta eso, ángel.” - “No me importa lo que te gusta. No voy a salir contigo. No en una cita. Tampoco sola contigo.” Quería patearme por experimentar un ardiente estremecimiento al imaginarme qué podría conllevar pasar una noche sola con Patch. Él ni siquiera lo decía en serio. Él estaba provocándome por razones que sólo él conocía. “Espera ¿me dijiste ángel?” Pregunté. - “¿Y si lo hice?” - “No me gusta.” Él sonrió abiertamente. - “Entonces lo dije. Ángel.”
Él se inclinó en la mesa, levantando sus manos hasta mi cara y rozó su pulgar en la esquina de mi boca. Yo me alejé, muy tarde. Él frotó brillo labial entre su pulgar y el dedo índice. - “Te ves mejor sin eso.” Intenté recordar de qué estábamos hablando, pero no me esforcé tanto como estaba haciendo para intentar parecer que su contacto no me había causado nada. Recogí mi pelo tras mi hombro, tomando de nuevo el hilo de nuestra previa conversación. “De todas maneras, no me dejan salir cuando hay clases al otro día.” - “Que mal. Hay una fiesta en la costa. Pensé que podríamos ir.” Él de verdad parecía sincero, pero no podía saber si era cierto o no. En lo absoluto. El calor de antes seguía corriendo en mis venas y tomé un largo sorbido con mi pajilla, intentando enfriar mis sentimientos con un tiro de agua helada. Tiempo a solas con Patch podría ser intrigante y peligroso. No estaba segura cómo exactamente, pero esta vez estaba confiando en mis instintos. Fingí un bostezo.- “Bueno, como ya dije, al otro día hay clases.” Con la esperanza de convencerme más a mí que a él, añadí, “Si estas interesado en esa fiesta, yo casi puedo garantizarte que no estaré.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cada uno de mis lectores habéis hecho posible que este blog continúe, pese a varios "parones" que ha habido.
Y como me seguís interesando me encantaría que compartierais vuestras ideas para mejorar este 'mundo internauta' juntos