Siguemee

viernes, 30 de diciembre de 2011

Leer, Capítulo 13; El extraño de la carretera.

Después de las nueve y treinta, Vee estaba entrando en la carretera de su casa, apagando el motor y sacudiendo las llaves enfrente mío. - ¿No me vas a llevar a casa? - Le pregunté. Una pérdida de aliento porque ya sabía qué iba a responder. - Hay neblina. - Neblina parcial. Vee sonrió abiertamente. - Ay, niña. Estás pensando en él. No te culpo. Personalmente, espero soñar con él esta noche. Y la neblina siempre se pone peor cerca de tu casa. - Continuó Vee - Me asusta cuando ya es de noche. Agarré las llaves. - Muchas gracias. - No me culpes. Dile a tu madre que se mude más cerca. Dile que existe este nuevo club llamado civilización y vosotras podríais uniros. - Supongo que mañana te tengo que recoger para ir a la escuela. ¿Cierto? - A las siete y media estaría bien. Haré el desayuno. - Más vale que sea bueno. ----------  Aquí hay un juego de palabras, Nora dice: “Patchy fog” lo que significa que la neblina solo está en algunas partes, pero Vee -nada más que por molestar a Nora- asocia la palabra “Patchy” con Patch. Es por eso que luego ella le dice a Nora que no deja de pensar en él.
Sé buena con mi bebé. - Ella acarició el dash del Neon - Pero no demasiado buena. No quiero que piense que hay alguien mejor que yo. Mientras conducía a mi casa, me permití pensar un poco en Patch. Vee tenía razón, algo en él era increíblemente seductor y también increíblemente espeluznante. Mientras más pensaba en ello, más me convencía de que algo en él era… extraño. El hecho de que a él le gustara contrariarme no era exactamente algo nuevo, pero había una diferencia cuando a molestarme en la clase se le suma el que posiblemente me esté siguiendo a la biblioteca para contrariarme aún más. No mucha gente se tomaría tantas molestias… a menos que tenga una muy buena razón. A mitad de camino, la lluvia comenzó a caer, dividiendo mi atención entre el camino y el volante, mientras intentaba localizar los limpia parabrisas. Las luces de la calle comenzaron a parpadear y me pregunté si se avecinaba alguna tormenta más fuerte. El clima cambia constantemente estando tan cerca del océano y un aguacero puede rápidamente convertirse en una inundación. Decidí acelerar el Neon. Las luces de afuera volvieron a parpadear. Una sensación fría recorrió mi nuca y se me puso la piel de gallina. Mi sexto sentido gradualmente se puso en alerta máxima. Me pregunté si pensaba que estaba siendo perseguida. Por mi retrovisor no veía ninguna luz y al frente tampoco había ningún coche. Estaba completamente sola. No era un pensamiento muy reconfortante. Aceleré el coche a cuarenta y cinco.
Encontré los limpia parabrisas, pero aunque estaban a velocidad máxima, no podían contra la pesada lluvia. La luz del semáforo que estaba más al frente cambió a amarillo. Me detuve lentamente, verifiqué que no hubiera tráfico y luego atravesé la intersección. Escuché el impacto antes de que registrara la oscura silueta deslizarse a través del techo del coche. Grité y frené en seco. La silueta dio un golpazo contra el parabrisas y lo agrietó. Por impulso, moví el volante bruscamente hacia la derecha. La parte trasera del Neon patinó, haciéndome dar vueltas en la intersección. La silueta dio vueltas y desapareció en el borde del techo. Yo estaba aguantando la respiración, apretando el volante entre los nudillos blancos de mis manos. Levanté mis pies de los pedales y el coche se detuvo. Él estaba agachado a poca distancia, observándome. Él no parecía para nada… herido. Estaba vestido completamente de negro y se confundía con la noche, haciendo difícil ver cómo era. Al principio no pude distinguir ningún rasgo facial y luego me dí cuenta de que llevaba puesta una máscara de esquiar. Él se paró y aminoró la distancia entre ambos. Plantó su mano en el cristal de la ventana del conductor y nuestros ojos se encontraron a través de los agujeros de su máscara. Una sonrisa letal pareció crecer en los suyos. Nuevamente aporreó el cristal y éste vibró entre nosotros. Arranqué el coche, intenté sincronizarlo poniendo el cambio en primera, apretando el pedal de gasolina y soltando el embrague. El motor hizo el intento de prender, pero luego se volvió a apagar. Arranqué el motor una vez más, pero estaba distraída por un gemido metálico y desentonado. Observé con horror cómo la puerta comenzaba a arquearse. Él la estaba arrancando. Con fuerza, puse la palanca de cambio en primera. Mis zapatos resbalaban en los pedales. El motor comenzó a gruñir y el contador de revoluciones subió hasta la zona roja. Su puño atravesó la ventana con una explosión de vidrios. Su mano pasó torpemente por mi hombro y luego se aferró a mi brazo. Lancé un ronco grito, pisé fuerte el pedal de gasolina y me liberé de su agarre. El Neon comenzó a moverse haciendo chillidos. Él por un tiempo se mantuvo corriendo al lado del coche y agarrando mi brazo, pero luego me soltó. Aceleré más actuando bajo los efectos de la adrenalina. Miré por el espejo retrovisor para asegurarme de que él no me estaba siguiendo y luego giré el espejo para que diera a otra a parte. Tuve que morderme los labios para evitar sollozar.

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