Siguemee

domingo, 11 de marzo de 2012

Leer, Capítulo 50; La traición Parte 2

Dije cortante. -“Te hablo más tarde.”- -“¿Puedo ser completamente honesta contigo, nena? Sé que estas preocupada por este chico de la máscara. No me odies, pero creo que la única razón por la cual te estas esforzando para culpar a Elliot es porque no quieres que sea Patch. Estás racionalizando todo y me estas preocupando.”- Me había quedado sin palabras. -“¿Racionalizando? Patch no fue el que vino a mi casa esta mañana y me arrojó contra mi casa.”- -“¿Sabes qué? No debí haber traído el tema. Nada más dejémoslo así. ¿Esta bien?”- -“Sí”- Dije con frialdad. -“Y… ¿Qué vas a hacer hoy?”- Yo asomé la cabeza por la puerta para escuchar a mi mamá. Desde la cocina llegó el sonido de un batidor rasgando contra los bordes de un envase. Parte de mi no le veía sentido en compartir algo más con Vee, pero otra parte de mi se sentía resentida y confrontacional. ¿Ella quería saber mis planes? Bien por mí. No era mi problema si a ella no le gustaban. -“Voy a conducir hasta Portland tan pronto mi mamá se vaya a la boda en Old Orchand Beach.”- La boda comenzaba a las 4 p.m. y con la recepción que le seguía, lo más temprano que mi mamá llegaría sería como a las 9 p.m. Lo cual me daba tiempo suficiente para pasar la tarde en Portland y llegar a casa antes que ella. -“En realidad, estaba pensando si quizá me pudieras prestar el Neon. No quiero que mamá vea las millas que le pongo a mi carro.”- -“Ay hombre. Vas a ir a espiar a Elliot ¿verdad? Vas a husmear en Kinghorn.”- -“Voy a hacer unas compras y cenar”- Dije, moviendo los ganchos en el tubo del closet. Saqué una camiseta tejida y de mangas largas, unos jeans y un gorro con líneas rosas y blancas que guardaba para los fines de semana y los días en que mi pelo no tenía remedio. -“¿Y el cenar incluye parar en cierto restaurante localizado a unas cuantas calles de Kinghorn Prep? ¿Una cena en dónde Kjirsten, cuál es su apellido, solía trabajar?”- -“Eso no sería una mala idea”- Dije. -“Tal ves lo haga.”- -“¿Y vas a comer de verdad, o solo vas a interrogar a los empleados?”- -“Quizá haga algunas preguntas. ¿Me vas a prestar el Neon o no?”-
-“Claro que sí”- Dijo ella. -“¿Para qué son las mejores amigas? Incluso iré contigo a esta pequeña hazaña de la perdición. Pero primero tienes que prometerme que irás a acampar.”- -“Olvídalo. Tomaré el autobús.”- -“¡Más tarde hablaremos sobre las vacaciones de primavera!”- Gritó Vee por el teléfono antes de que yo pudiera desconectar. He ido a Portland en varias ocasiones, pero no conocía muy bien la ciudad. Me bajé del autobús armada con mi celular, un mapa y mi compás interno. Los edificios estaban hechos de ladrillos rojos y eran altos y delgados, bloqueando el sol de la tarde, el cual brillaba tras una gruesa capa de nubes de tormenta y ponía las calles bajo un dosel de sombra. Todas las fachadas de las tiendas tenían galerías y pintorescos letreros extendidos sobre las puertas. Las calles estaban alumbradas por lámparas negras y triangulares que recordaban a los sombreros de las brujas. Después de pasar varias manzanas, las calles congestionadas se abrieron a un área boscosa y vi el letrero de Kinghorn Prep. Una catedral, un campanario y la torre de un reloj se asomaban sobre el tope de los árboles. Yo me quedé en la acera y rodeé la esquina de la Calle 23. El puerto estaba a unas cuantas manzanas y levemente lograba escuchar a los botes pasar detrás de las tiendas mientras atracaban. A mitad de camino en la Calle 23, vi el letrero del restaurante Blind Joe's. Saqué las preguntas para el interrogatorio y las leí por última vez. El plan era no lucir como si estuviera llevando a cabo un interrogatorio oficial. Esperaba que si traía a los empleados casualmente el tema de Kjirsten, podría sacarles algo que de alguna manera se le hubiera escapado a los reporteros que estuvieron antes que yo. Esperando que las preguntas estuvieran bien guardadas en mi memoria, tiré la lista en el bote de basura más cercano. La campana de la puerta sonó cuando entré. Las baldosas del suelo eran blancas y amarillas y las mesas estaban forradas de azul marino. De las paredes colgaban fotos del puerto. Me senté en una mesa cerda de la puerta y me quité mi abrigo. Una mesera con un manchado delantal blanco apareció a mi lado. -“Mi nombre es Whitney”- Me dijo con una agria voz. -“Bienvenida a Blind Joe’s. El especial de hoy es sándwich de tuna. La sopa del día es de langosta.”- Su bolígrafo estaba posicionado para tomar mi orden. -“¿Blind Joe’s?”- Fruncí el ceño y puse un dedo en mi mentón. -“¿Por qué ese nombre me suena tan familiar?”-
-“¿No lees el periódico? El mes pasado estuvimos en las noticias por una semana. Quince minutos y todo eso.”- -“¡Ah!”- Dije con súbita claridad. -“Ahora recuerdo. Hubo un asesinato ¿verdad? ¿No trabajaba aquí la chica?”- -“Esa debe ser Kjirsten Halverson.”- Ella chasqueó su bolígrafo con impaciencia. -“¿Quieres que te traiga la sopa para empezar?”- Yo no quería sopa de langosta. En realidad, ni siquiera tenía hambre. -“Eso debió haber sido difícil. ¿Ustedes eran amigas?”- -“Claro que no. ¿Vas a ordenar o qué? Te diré un secreto. Si no trabajo, no me pagan. Si no me pagan, no pago la renta.”- De repente deseé que el mesero que estaba al otro lado hubiese sido el que tomara mi orden. Él era bajo, calvo hasta las orejas y su cuerpo se parecía a los palillos de dientes que estaban en la caja al final de la mesa. Sus ojos nunca miraban más arriba de tres pies sobre el suelo. Por más patética que me hubiese sentido, una sola sonrisa amigable de mi parte probablemente hubiera sido suficiente para tenerlo escupiendo toda la historia de la vida de Kjirsten. -“Lo siento”- Le dije a Whitney. -“Es que no puedo dejar de pensar sobre el asesinato. Por supuesto, probablemente sea noticia ya vieja para ti. Probablemente ya habrás tenido reporteros aquí haciéndote preguntas.”- Ella me dio una mirada significativa. -“¿Necesitas más tiempo para mirar el menú?”- -“Personalmente, encuentro irritantes a los reporteros.”- Ella se inclinó, poniendo una mano sobre la mesa. -“Yo encuentro irritantes a los clientes que se toman demasiado tiempo.”- Dejé escapar un silencioso suspiro y abrí el menú. -“¿Qué me recomiendas?”- -“Todo es bueno. Pregúntale a mi novio.”- Ella dio una tensa sonrisa. -“Él es el cocinero.”- -“Hablando de novios… ¿Kjirsten tenía uno?”- Buen cambio de tema, me dije. -“Dilo”- Demandó Whitney. -“¿Eres policía? ¿Abogada? ¿Reportera?”- -“Solo una ciudadana preocupada”- Sonó más como una pregunta.
-“Si claro. Te diré algo. Ordena una batida, papas fritas, una hamburguesa Angus, un plato de sopa; dame veinticinco porciento de propina y te diré lo que le he dicho a todos los demás.”- Medí mis opciones: mi mesada o contestaciones. -“Trato hecho.”- -“Kjirsten se juntó con ese chico, Elliot Saunders. El que sale en los periódicos. Él estaba aquí todo el tiempo y la acompañaba hasta su apartamento al finalizar su turno.”- -“¿Alguna vez hablaste con Elliot?”- -“Yo no.”- -“¿Crees que Kjirsten se suicidó?”- -“¿Cómo podría saber eso?”- -“Leí en el periódico que encontraron una nota suicida en el apartamento de Kjirsten, pero también hubo evidencia de que alguien entró.”- -“¿Y?”- -“¿No encuentras eso un poco… extraño?”- -“Si me estas preguntando si creo que Elliot pudo haber puesto la nota en el apartamento de ella, pues claro que lo creo. Los chicos ricos como ese pueden hacer lo que sea. Probablemente contrató a alguien para que pusiera la nota. Así es como funciona cuando tienes dinero.”- -“Yo no creo que Elliot tenga mucho dinero.”- Siempre he tenido la impresión de que Jules es el rico. Vee nunca ha dejado de babear por la casa de él. -“Creo que él iba a Kinghorn Prep por una beca estudiantil.”- -“¿Beca estudiantil?”- Ella repitió con un resoplido. -“¿Qué le has estado echando a tu agua? Si Elliot no tenía dinero, ¿Cómo fue que le compró el apartamento a Kjirsten? Dime.”- Me esforcé por mantener oculta mi sorpresa. -“¿Él le compró a ella un apartamento?” - -“Kjirsten nunca dejaba de repetirlo. Casi me vuelve loca.”- -“¿Por qué le compraría un apartamento?”-
Whitney me miró con sus manos apoyadas en sus caderas. -“Dime que de verdad no eres tan tonta.”- Ah. Privacidad. Intimidad. Entendido. -“¿Sabes por qué fue que Elliot se transfirió fuera de Kinghorn?”- Dije -“No sabía que lo hizo.”- Hice malabarismos con sus respuestas y las preguntas que todavía quería hacer e intentaba recordar. -“¿Alguna vez se encontró aquí con amigos? ¿Alguien más además de Kjirsten?”- -“¿Cómo se supone que recuerde eso?”- Ella entornó sus ojos con pesadez. -“¿Parezco que tengo memoria fotográfica?”- “¿Qué tal un chico alto? Bien alto. Pelo largo y rubio, bien parecido, ropa a la medida.” Con sus dientes frontales, ella se arrancó una uña y la tiró dentro del bolsillo de su delantal. -“Sí, recuerdo a ese chico. Difícil no hacerlo. Todo malhumorado y callado. Él vino aquí una o dos veces. No hace mucho de eso. Quizá para el tiempo en que Kjirsten murió. Lo recuerdo porque estábamos sirviendo hamburguesas de marmota por el día de la marmota y no pude hacer que él ordenara una. Solo me miró como si fuera a atravesar la mesa y degollar mi garganta si yo seguía leyendo el especial del día. Pero creo que recuerdo algo. No es que sea metiche, pero sí tengo oídos. A veces no puedo evitar escuchar cosas. La última vez que el chico alto y Elliot vinieron, ellos estaban encorvados sobre la mesa hablando sobre un examen.”- -“¿Un examen de la escuela?”- -“¿Cómo podría saber? Como sonaban, al parecer el chico alto no pasó un examen y Elliot no estaba muy feliz por eso. Él arrastró su silla hacia atrás y salió a toda prisa. Ni siquiera se comió su hamburguesa.”- -“¿Mencionaron a Kjirsten?”- -“El chico alto llegó primero y preguntó si Kjirsten estaba trabajando. Le dije que no, que ella no estaba y el llamó por su celular. Diez minutos después, Elliot entró. Kjirsten siempre se ocupaba de la mesa de Elliot, pero como dije, ella no estaba trabajando, así que lo hice yo. Si hablaron sobre Kjirsten, no lo escuché. Pero me pareció como si el chico alto no quisiera a Kjirsten alrededor.”-
-“¿Recuerdas algo más?”- -“Depende. ¿Vas a ordenar postre?”- -“Supongo que un pedazo de tarta.”- -“¿Tarta? ¿Te doy cinco minutos de mi valioso tiempo y todo lo que ordenas es una tarta? ¿Parezco que no tengo otra cosa mejor que hacer que no sea charlar contigo?”- Yo observé al restaurante. Estaba muerto. Además del hombre que estaba reclinado sobre un periódico, yo era el único cliente. -“Esta bien…”- Revisé el menú.
-“Vas a querer una limonada de frambuesa para bajar esa tarta.”- Ella lo escribió en su bloc. -“Y café después de cenar.”- Más escritura. -“Espero que me des un veinticinco por ciento adicional con eso.”- Ella me lanzó una petulante sonrisa, luego guardo su bloc en el delantal y regresó a la cocina.

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