Siguemee

sábado, 24 de marzo de 2012

Capítulo 53; Habitación compartida

Veinte minutos después Patch y yo terminamos en la entrada de un motel barato. No había hablado con él una sola palabra mientras trotábamos a través de la fría lluvia y ahora yo no sólo estaba empapada, sino también completamente… nerviosa. La lluvia caía en cascadas, y no nos imaginé volviendo al Jeep demasiado pronto. Lo que me dejaba a Patch y a un motel en la misma ecuación por un indeterminado período de tiempo. La puerta sonó mientras entrábamos, y el recepcionista se levantó abruptamente, sacudiendo las migas de Cheetos de su regazo. -“¿Qué va a ser?”- Dijo, chupando sus dedos para limpiar el rastro naranja. -“¿Sólo ustedes dos esta noche?”- -“N-n-ecesitamos que nos prestes tu teléfono”- Hablé, esperando que mi solicitud le hiciese algún sentido. -“No podrá ser. Las líneas están muertas. Culpa a la tormenta.”- -“¿Qué quieres d-decir con que las l-líneas están m-muertas? ¿Tienes un celular?”- El recepcionista miró a Patch. -“Ella quiere una habitación para no fumadores”- Dijo Patch. Giré para encararlo. ¿Estás demente? Gesticulé. El recepcionista digitó unas cuantas teclas en su computador. -“Parece que tenemos… esperen… ¡Bingo! Una habitación con cama doble para no fumadores.”- -“La tomamos”- Dijo Patch. Me miró de reojo, y las comisuras de su boca se elevaron. Yo entrecerré mis ojos. Justo entonces las luces sobre nosotros parpadearon hasta apagarse, dejando el vestíbulo en la oscuridad. Nos quedamos en silencio por un momento antes de que el recepcionista buscara a tientas hasta accionar el interruptor de una linterna tamaño industrial. -“Solía ser un Boy Scout”- Dijo. -“De vuelta a aquellos días. Estar preparado.”-
-“¿Entonces deberías t-t-tener un celular?”- Dije. -“Lo tenía. Hasta que ya no pude pagar la cuenta.”- Se encogió de hombros. -“Qué puedo decir, mi madre es una tacaña.”- ¿Su madre? Él debía de tener cuarenta. No es que fuera de mi incumbencia. Estaba mucho más preocupada de lo que mi madre haría cuando llegara a casa luego de la recepción y se encontrase con que me había ido. -“¿Cómo van a pagar?”- Preguntó el recepcionista. -“En efectivo”- Dijo Patch. El recepcionista rió, asintiendo con su cabeza. -“Aquí es una forma de pago popular.”- Se acercó y habló en un tono confidencial. -“Tenemos a mucha gente que no desea que sus actividades extracurriculares sean rastreadas, si entienden lo que quiero decir.”- La mitad racional de mi cerebro me decía que realmente no podía estar considerando pasar la noche en un motel con Patch. -“Esto es una locura.”- Le dije a Patch en un tono bajo. -“Estoy loco.”- De nuevo estaba al borde de una sonrisa. -“Tú. ¿Cuánto por la linterna?”- Le preguntó al recepcionista. Éste manoteó bajo el escritorio. -“Tengo inclusive algo mejor: velas de larga duración”- Dijo, dejando dos frente a nosotros. Encendiendo un fósforo, prendió una de ellas. -“Van por la casa, sin cargo extra. Pongan una en el baño y la otra en el dormitorio y nunca notarán la diferencia. También les dejaré la caja de cerillas. Si no necesitan nada más, que tengan una estadía memorable.”- -“Gracias”- Dijo Patch, tomándome del codo y encaminándome hacia el hall. En la habitación 106, Patch cerró la puerta detrás de nosotros. Colocó la vela en la mesita de noche y la usó para encender la de repuesto. Levantando su gorra de béisbol, sacudió su cabello como un perro mojado. -“Necesitas una ducha caliente”- Dijo. Retrocediendo unos pasos asomó su cabeza en el baño. -“Parecen ser una barra de jabón y dos toallas.”-
Alcé mi barbilla un poco. -“No me puedes f-forzar a quedarme aquí.”- Sólo había accedido a llegar tan lejos porque, una, no quería quedarme afuera en el aguacero, y dos, tenía grandes esperanzas de encontrar un teléfono. -“Eso sonó más como una pregunta que una afirmación”- Dijo Patch. -“Entonces contés-s-tala.”- Dejó ver su pícara sonrisa. -“Es difícil concentrarse en respuestas cuando tú luces así.”- Miré hacia abajo, a la camiseta negra de Patch, mojada y pegada a mi cuerpo. Me sonrojé mientras pasaba a su lado y cerraba la puerta del baño entre nosotros. Dejando que el agua corriese bien caliente, me deshice de la camiseta de Patch y de mis ropas. Un cabello negro y largo estaba pegado en la pared de la ducha, y lo tomé en un cuadradito de papel higiénico antes de desecharlo. Luego me metí detrás de la cortina de la ducha, mirando mi piel brillar con el calor. Masajeando el jabón por los músculos a lo largo de mi cuello y más abajo hacia mis hombros, me dije que podía manejar el tener que dormir en la misma habitación que Patch. No era el arreglo más inteligente o seguro, pero personalmente veía que nada iba a pasar. Además, qué otra opción tenía… ¿cierto? La parte espontánea e imprudente de mi cerebro se rió de mí. Sabía lo que estaba pensando. Antes me había sentido atraída hacia Patch por un misterioso campo de fuerza. Ahora me sentía atraída hacia él por algo enteramente diferente. Algo que involucraba mucha pasión. La conexión esta noche era inevitable. En una escala del uno al diez, aquello me aterrorizaba como en un ocho. Y me excitaba en un nueve. Cerré el agua, salí y comencé a secar mi piel. Un vistazo a mis ropas empapadas fue todo lo que necesité para saber que no tenía deseos de volver a ponérmelas. Tal vez había cerca una de esas secadoras que funcionan con monedas… una que no necesitara electricidad. Suspiré y me puse mi camiseta y mi ropa interior, que habían sobrevivido lo peor de la lluvia. -“¿Patch?”- Susurré a través de la puerta. -“¿Terminaste?”- -“Apaga la vela.”-
-“Listo”- Susurró en respuesta a través de la puerta. Su risa, también, sonó tan suave que pudo haber sido un murmullo. Soplando la vela del baño, salí, encontrándome con una completa oscuridad. Podía escuchar a Patch respirando justo frente a mí. No quería pensar sobre qué estaba, o no estaba, usando, y sacudí mi cabeza disolviendo la imagen que se formaba en mi mente. -“Mis ropas están empapadas. No tengo nada que ponerme.”- Escuché el sonido de la tela húmeda deslizándose como una goma sobre su piel. -“Estoy de suerte.”- Su camiseta cayó en una pila húmeda a nuestros pies. -“Esto es realmente incómodo”- Le dije. Podía sentirlo sonreír. Estaba muy, muy cerca. -“Deberías ducharte”- Dije. -“Ahora.”- -“¿Huelo así de mal?”- La verdad, olía así de bien. El humo se había ido, la menta se sentía más fuerte. Patch desapareció dentro del baño. Volvió a encender la vela y dejó la puerta entreabierta, una rendija de luz se extendía por el suelo y la muralla. Deslicé mi espalda hacia abajo por la pared hasta que estuve sentada en el suelo, luego apoyé mi cabeza en la pared. Sinceramente, no podía quedarme aquí esta noche. Tenía que ir a casa. Estaba mal quedarme aquí a solas con Patch, con voto de prudencia o sin él. Tenía que reportar el cuerpo de la indigente. ¿O no? ¿Cómo se suponía que iba a reportar un cuerpo desaparecido? Sonaba de locos, era la terrorífica dirección que empezaban a seguir mis pensamientos, de todas formas. No queriendo fijarme en esa idea descabellada, me concentré en mi argumento original. No podía quedarme aquí sabiendo que Vee estaba con Elliot, en peligro, cuando yo estaba a salvo. Después de considerarlo por un momento, decidí que necesitaba reformular esa idea. A salvo era un término relativo. Mientras Patch estuviera cerca, yo no me encontraba en peligro, pero eso tampoco significaba que yo pensara que él iba a actuar como mi ángel guardián. De inmediato, deseé poder retirar el pensamiento sobre el ángel guardián. Convocando
mis poderes de persuasión, borré todo pensamiento sobre ángeles, guardianes, caídos, o lo que fuese de mi cabeza. Me dije que probablemente estaba volviéndome loca. Por lo que sabía, había alucinado con ver el cuerpo de la indigente. Y había alucinado con ver las cicatrices de Patch. El agua se detuvo, y un momento después Patch salió usando sólo sus jeans húmedos que comenzaban en la parte baja de su cintura. Dejó la vela del baño encendida y la puerta abierta. Colores suaves brillaban a través de la habitación. Una rápida mirada y podía decir que Patch había pasado muchas horas a la semana corriendo y levantando pesas. Un cuerpo tan definido no venía sin sudor y trabajo. Repentinamente me sentí conciente de mí misma. Sin mencionar embobada. -“¿Qué lado de la cama quieres?”- Preguntó. -“Eh…”- Una sonrisa pícara. -“¿Nerviosa?”- -“No”- Dije tan confiada como podía bajo aquellas circunstancias. Y las circunstancias eran que estaba mintiendo a través de mis dientes. -“Eres una pésima mentirosa”- Dijo, aún sonriendo. -“La peor que he visto.”- Puse mis manos en mis caderas y di a entender un silencioso ¿Disculpa? -“Ven aquí”- Dijo, poniéndome de pie. Sentí que se derretía mi anterior promesa de resistencia. Otros diez segundos de estar así de cerca de Patch y mi defensa se haría añicos. Un espejo colgaba en la pared detrás de él, y sobre sus hombros pude ver las cicatrices en forma de V invertida de un negro brillante en su piel. Todo mi cuerpo se puso rígido. Intenté pestañear y hacer que las cicatrices se desvanecieran, pero ellas continuaban allí. Sin pensar, deslicé mis manos por su pecho hacia arriba y aproximándome a su espalda. La punta de uno de mis dedos rozó su cicatriz derecha. Patch se tensó ante mi toque. Me congelé. La punta de mi dedo tembló sobre su cicatriz. Me tomó un segundo darme cuenta que no era mi dedo el que se movía, si no que era
yo. Completamente. Fui tragada por un suave y oscuro túnel y todo se volvió negro.

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