Siguemee

sábado, 30 de junio de 2012

Leer, capítulo 66; al fin más

Una puerta se abrió y se cerró. Esperé para escuchar pasos acercarse, pero el único sonido venía del tic-tac de un reloj; un rítmico y continuo latido que atravesaba el silencio. El sonido comenzó a disiparse, disminuyendo vertiginosamente. Me pregunté si podría escucharlo detenerse por completo. Súbitamente temí ese momento, insegura de qué vendría después. Un sonido mucho más vibrante eclipsó el del reloj. Era un sonido tranquilizador y etéreo, una danza melódica en el aire. Alas, pensé. Vienen para llevarme. Sostuve la respiración, esperando, esperando, esperando. Luego las agujas del reloj comenzaron a moverse al revés. En lugar de disminuir, el latido se hizo más certero. Dentro de mí se formó un líquido parecido a un espiral y comenzó a dar vueltas adentrándose más y más en mí. Me sentí arrastrada hacia la corriente. Me estaba sumergiendo en mí misma, en un oscuro y cálido lugar. Mis ojos parpadearon hasta abrirse y se encontraron con un familiar techo con paneles de roble. Mi habitación. Una sensación de tranquilidad me inundó y luego recordé en dónde había estado. En el gimnasio con Jules. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. “¿Patch?” Dije con voz ronca por el desuso. Intenté sentarme y luego lancé un amortiguado grito. Algo en mi cuerpo estaba mal. Me dolía cada músculo, hueso y célula. Me sentía como un moretón gigantesco. Hubo un movimiento cerca de la puerta. Patch se reclinó contra el marco. Su boca estaba tensa y carecía de su usual atisbo de humor. Sus ojos sostenían más profundidad de la que nunca antes había visto. Se veían rudos y protectores. “Esa fue una buena lucha allá en el gimnasio,” él dijo. “Pero creo que no te vendría mal algunas lecciones de boxeo.” Todo regresó a mi en una oleada. Las lágrimas salieron desde muy dentro de mi. “¿Qué pasó? ¿Dónde esta Jules? ¿Cómo llegué aquí?” Mi voz estaba llena de pánico. “Yo me
lancé de la viga.” “Tuviste mucho valor para hacer eso.” La voz de Patch se volvió ronca y entró a la habitación. Cerró la puerta tras de sí y supe que era su manera de dejar afuera todo lo malo. Estaba poniendo un división entre mí y todo lo que había pasado. Él caminó y se sentó junto a mí en la cama. “¿Qué más recuerdas?” Traté de juntar todos mis recuerdos, trabajando en retrospectiva. Recordaba el batir de las alas, las escuché poco después de que me lanzara de la viga. Sin lugar a dudas, sabía que yo había muerto. Sabía que un ángel había venido para llevarse mi alma. “Estoy muerta ¿verdad?” Dije en vos baja, llena de miedo. “¿Soy un fantasma?” “Cuando saltaste, el sacrificio mató a Jules. Técnicamente, cuando regresaste, él también debió haberlo hecho, pero como él no tenía alma, no tenía nada que reviviera su cuerpo.” “¿Regresé?” Dije, deseando no llenarme de falsas esperanzas. “No acepté tu sacrificio. Lo rechacé.” Sentí una mueca de asombro formarse en mi boca. “¿Estas diciendo que dejaste tu oportunidad de ser humano por mí?” Él tomó mi mano vendada. Debajo de toda la gasa, mis nudillos latían por haber golpeado a Jules. Patch besó cada dedo, tomándose su tiempo y manteniendo su mirada fija en la mía. “¿Para qué me serviría un cuerpo si no puedo tenerte?” Pesadas lágrimas rodaron por mis mejillas y Patch me acercó hacia él, acomodando mi cabeza contra su pecho. Poco a poco el pánico pasó y supe que todo había terminado. Yo iba a estar bien. De repente me alejé. Si Patch había rechazado el sacrificio, entonces… “Tu salvaste mi vida. Date la vuelta,” ordené solemnemente. Patch sonrió pícaramente y obedeció a mi orden. Levanté su playera hasta sus hombros. Su espalda estaba tersa, con cada músculo definido. Las cicatrices se habían ido. “No puedes ver mis alas,” él dijo. “Están hechas de materia espiritual.”
“Ahora eres un ángel guardián.” Todavía estaba demasiado sorprendida para aceptarlo, pero a la vez sentía curiosidad… y felicidad. “Soy tu ángel guardián,” él dijo. “¿Tengo mi propio ángel guardián? ¿Exactamente cuál es la descripción de tu trabajo?” “Cuidar tu cuerpo.” Su sonrisa se hizo más ancha. “Me tomo muy en serio mi trabajo, lo que significa que tendré que familiarizarme con el objeto en cuestión a un nivel personal.” Sentí mariposas en el estómago. “Significa que ahora puedes sentir?” Patch me observó en silencio por un momento. “No, pero significa que ya no estoy en la lista negra.” Abajo, escuché el ruido sordo de la puerta del garaje abriéndose. “¡Mi mamá!” Grité ahogadamente. Encontré el reloj en la mesita de noche. Era un poco más de las dos de la madrugada. “Debieron abrir el puente. ¿Cómo funciona todo este asunto del ángel guardián? ¿Soy la única persona que te puede ver? O sea ¿eres invisible para los demás?” Patch se me quedó mirando como esperando que yo no estuviera hablando en serio. “¿No eres invisible?” Chillé. “¡Tienes que irte de aquí!” Me moví para empujar a Patch de la cama, pero el movimiento fue cortado en seco por un abrasador pinchazo en mis costillas. “Ella me matará si te encuentra aquí. ¿Puedes trepar árboles? ¡Dime que puedes trepar árboles!” Patch sonrió de oreja a oreja. “Puedo volar.” Ah. Claro. Bueno, está bien. “La policía y los bomberos estuvieron aquí antes,” dijo Patch. “El cuarto matrimonial tendrá que ser remodelado, pero impidieron que el fuego se extendiera. La policía regresará. Van a hacer unas cuantas preguntas. Si no me equivoco, ellos ya trataron de localizarte a través del celular de donde llamaste al 911.”
“Jules lo cogió.” Él asintió. “Lo supuse. No me importa lo que le digas a la policía, pero apreciaría que me dejes fuera de todo esto.” Él abrió la ventana de mi habitación. “Una última cosa. Vee encontró a la policía a tiempo. Los paramédicos salvaron a Elliot. Él está en el hospital, pero se pondrá bien.” Abajo en el pasillo, al fondo de las escaleras, escuché cerrarse la puerta de la entrada. Mi mamá estaba adentro. “¿Nora?” Llamó. Ella tiró su bolso y las llaves sobre la mesa de la entrada. Sus tacones altos hacían ruido sobre el piso de madera, casi estaba corriendo. “¡Nora! ¡Hay cinta policíaca en la puerta! ¿Qué esta sucediendo?” Yo miré a la ventana. Patch se había ido, pero una pluma blanca estaba presionada contra el cristal exterior y se mantenía allí por la lluvia de anoche. O magia angelical. Abajo, mi mamá encendió la luz del pasillo y un débil rayo de luz se coló por debajo de mi puerta. Sostuve la respiración y conté los segundos, asumiendo que tendría como dos más antes de que… Ella gritó. “¡Nora! ¡¿Qué le pasó al pasamanos?!” Que bueno que todavía no había visto su habitación. El cielo era perfecto, de un azul claro. El sol comenzaba a asomarse por el horizonte. Era lunes, un día completamente nuevo, los horrores de las pasadas veinticuatro horas se habían quedado atrás. Logré dormir cinco horas y aparte del dolor en todo mi cuerpo por ser comida por la muerte y luego escupida, me sentía remarcablemente fresca. No quise colgar una nube negra sobre el momento al recordar que los policías iban a llegar en cualquier momento para escuchar mi versión de los hechos. Todavía no tenía idea de qué les iba a decir. Crucé la habitación a grandes zancadas y me dirigí al baño todavía vestida con mi bata de dormir. Mentalmente bloqueé la pregunta de cómo fue que me la puse, ya que supongo que estaba vestida con ropas cuando Patch me trajo a casa, y me di prisa con mi rutina mañanera. Esparcí agua fría por mi cara, cepillé mis dientes y recogí mi pelo con una banda elástica. Ya en mi cuarto, me puse una blusa y jeans limpios. Telefoneé a Vee.
“¿Cómo estas?” Le pregunté. “Bien. ¿Cómo estas tú?” “Bien.” Silencio. “Bueno,” Vee dijo rápidamente, “todavía estoy en shock. ¿Y tú?” “Totalmente.” “Patch me llamó a mitad de noche. Me dijo que Jules te había dejado en muy mal estado, pero que ibas a estar bien.” “¿De verdad? ¿Patch te llamó?” “Me llamó desde el Jeep. Dijo que estabas dormida en el asiento trasero y que te estaba llevando a tu casa. Él dijo que estaba conduciendo cerca de la escuela cuando escuchó un grito. Dijo que te encontró en el gimnasio, pero que te habías desmayado por el dolor. Luego miró hacia arriba y vio a Jules saltar de la viga. Él dijo que Jules debió haber perdido la razón, algún efecto secundario por toda la carga y culpa que sentía por haber estado aterrorizándote.” No me había dado cuenta de que estaba aguantando la respiración hasta que la dejé escapar. Obviamente Patch había manipulado algunos detalles. “Sabes que no me creo eso,” continuó Vee. “Sabes que creo que Patch mató a Jules.” Si hubiera estado en la posición de Vee, probablemente pensaría lo mismo. Dije, “¿Qué creen los policías?” “Prende la TV. Ahora mismo están haciendo una cobertura en vivo en Canal 5. Están diciendo que Jules irrumpió en la escuela y saltó. Han concluido que se trató de un trágico suicidio adolescente. Están pidiendo que si alguien tiene alguna información, que llamen al número que está al final de la pantalla.” “¿Qué fue lo que le dijiste a la policía cuando llegaste?” “Estaba asustada. No quería que me atraparan por entrar ilegalmente a la escuela, así que llamé anónimamente desde un teléfono público.”
“Bueno,” dije finalmente. “Si la policía lo esta manejando como un suicidio, supongo que eso fue lo que pasó. Después de todo, esto es América moderna. Tenemos los beneficios de los forenses.” “Me estas ocultando algo,” dijo Vee. “¿De verdad qué fue lo que pasó después de que me fui?” Aquí es cuando las cosas se complican. Vee era mi mejor amiga y vivíamos bajo la regla de No Secretos. Pero algunas cosas son imposible de explicar. El hecho de que Patch fuera un ángel caído convertido en ángel guardián encabezaba la lista y luego de eso le seguía el hecho de que yo salté de la viga y morí, pero hoy seguía viva. “Recuerdo que Jules me acorraló en el gimnasio,” dije. “Él me dijo todo el dolor y terror que me iba a infligir. Después de eso los detalles se vuelven confusos.” “¿Es muy tarde para disculparme?” Dijo Vee, sonando más sincera de lo que alguna vez hubiera sonado durante toda nuestra amistad. “Tenías razón sobre Jules y Elliot.” “Disculpa aceptada.” “Deberíamos ir al mall,” ella dijo. “Siento esta incontenible necesidad de comprar zapatos. Muchos zapatos. Lo que necesitamos es una buena y anticuada terapia de compras de zapatos.” El timbre de la puerta sonó y miré al reloj. “Tengo que darle a la policía mi versión de lo que pasó anoche, pero te llamaré después de eso.”
“¿Anoche?” El tono de Vee se inyectó de pánico. “¿Ellos saben que estabas en la escuela? ¿No le diste mi nombre, verdad?” “La verdad es que algo pasó temprano en la noche. Te llamaré pronto,” dije, colgando antes de que tuviera que mentir para darle otra explicación. Cojeando por el pasillo, logré llegar hasta el tope de las escaleras cuando vi a quién mi mamá había invitado a entrar. Los detectives Basso y Holstijic. Ellas los condujo hasta la sala de estar y aunque el detective Holstijic colapsó en el sofá,
el detective Basso permaneció en pié. Él estaba de espaldas a mi, pero un escalón crujió mientras iba a mitad de descenso y él se dio la vuelta. “Nora Grey,” dijo con su bravucona voz de policía. “Nos encontramos otra vez.” Mi mamá parpadeó. “¿Se han visto antes?” “Su hija tiene una vida muy emocionante. Parece que estamos aquí todas las semanas.” Mi mamá me dirigió una mirada interrogadora y yo me encogí de hombros, sin idea, cómo diciendo, ¿Chiste policíaco? “¿Por qué no te sientas, Nora, y nos cuentas qué fue lo que pasó?” Dijo el detective Holstijic. Me senté en uno de los braceros acolchonados que quedaban frente al sofá. “Justo antes de las nueve de anoche estaba en la cocina bebiendo un baso de chocolate cuando la Srta. Greene, mi psicóloga estudiantil, apareció.” “¿Ella entró así como si nada a tu casa?” Preguntó el detective Basso. “Ella me dijo que yo tenía algo que ella quería y fue ahí cuando subí corriendo las escaleras y me encerré en el cuarto matrimonial.” “Retrocede,” dijo el detective Basso. “¿Qué era esa cosa que ella quería?” “Ella no dijo, pero sí mencionó que no era una psicóloga de verdad. Ella dijo que estaba usando el trabajo para espiar a los estudiantes.” Dirigí la mirada a cada uno de ellos. “¿Está loca, verdad?” Los detectives intercambiaron una mirada. “Investigaré su nombre, a ver qué puedo encontrar,” dijo el detective Holsjitic, poniéndose otra vez en pié. “Déjame tener esto claro,” me dijo el detective Basso. “¿Ella te acusó de robar algo que le pertenecía, pero nunca dijo qué cosa era?” Otra pregunta problemática. “Ella estaba histérica. Solo entendí la mitad de lo que decía. Corrí y me encerré en el cuarto, pero ella derribó la puerta. Yo estaba escondida dentro de la chimenea y ella dijo que iba a quemar la casa habitación por habitación hasta
encontrarme. Luego comenzó el fuego. Justo en medio de la habitación.” “¿Cómo ella comenzó el fuego?” Mi mamá preguntó. “No pude ver, yo estaba en la chimenea.” “Esto es una locura,” dijo el detective Basso, sacudiendo su cabeza. “Nunca antes había visto algo similar.” “¿Ella va a regresar?” Mi mamá le preguntó a los detectives, mientras caminaba y se ponía detrás de mí, poniendo sus manos protectoramente sobre mis hombros. “¿Nora está a salvo?” “Tal vez quieran instalar un sistema de seguridad.” El detective Basso abrió su billetera y le ofreció una tarjeta a mi mamá. “Recomiendo a estos chicos. Diles que yo te referí y te darán un descuento.” Unas cuantas horas después de que los detectives se fueran, el timbre de la puerta sonó otra vez. “Deben ser la compañía de sistema de alarmas,” dijo mi mamá, mientras se reunía conmigo en el pasillo. “Llamé y dijeron que iban a enviar hoy un chico. No puedo soportar pensar en dormir aquí sin ningún tipo de protección hasta que ellos encuentren a la Srta. Greene y la encarcelen. ¿La escuela ni siquiera se inmutó en verificar sus referencias?” Ella abrió la puerta y Patch estaba parado en el balcón. Llevaba puesto unos jeans desgastados, una ajustada playera blanca y su mano izquierda sostenía una caja de herramientas. “Buenas tardes, Sra. Grey.” “Patch.” No pude descifrar el tono de mi mamá. Sorpresa mezclada con incomodidad. “¿Estas aquí para ver a Nora?” Patch sonrió. “Estoy aquí para inspeccionar su casa para una sistema nuevo de alarma.” “Pensé que tenías otro trabajo,” dijo mamá. “Pensé que limpiabas mesas en el Borderline.” “Tengo un trabajo nuevo.” Patch fijó su mirada en mí y muchos lugares de mi cuerpo se calentaron. En realidad, estaba peligrosamente febril. “¿Afuera?” Él me preguntó.
Yo lo seguí hasta su motocicleta. “Todavía tenemos mucho de qué hablar,” le dije. “¿Hablar?” Él dijo que no con la cabeza. Sus ojos estaban llenos de deseo. Beso, él susurró a mis pensamientos. No era una pregunta, sino una advertencia. Él sonrió de oreja a oreja cuando yo no protesté y bajó su boca hacia la mía. El primer toque fue solo eso; un toque juguetón y de tentadora suavidad. Yo lamí mis labios y la sonrisa de Patch se hizo aún más amplia. “¿Más?” Él preguntó. Yo envolví mis brazos en su cabello y lo atraje hasta quedar más cerca de mí. “Más.”
Fín.

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